Identidad digital, privacidad y Big Data

"No acepto la tecnología digital injusta", dice Richard Stallman, creador del GNU y activista del software libre. No se nos ha ocurrido mejor modo de empezar a hablar de privacidad digital y empoderamiento tecnológico.

Actualmente, vivimos en una sociedad de la información en la que la tecnología ha superado la barrera del ámbito estrictamente profesional y se ha infiltrado en la vida privada de los individuos dando paso a un nuevo concepto de nosotros mismos: la identidad digital.

Nuestros nuevos mejores amigos (smartphone, tablet, smart TV, etc.) se han convertido en un must imprescindible indispensable de cualquier ser humano mínimamente integrado en una sociedad avanzada autoconsciente. Visto desde una perspectiva estrictamente pragmática, las herramientas que nos ofrece la tecnología moderna han simplificado nuestras vidas y nos han instalado en una zona de confort por lo demás inimaginable. ¡Una verdadera maravilla!

Como si de una metáfora de «el extraño caso del Dr. Jekyll y mr. Hyde» se tratara, hay otra perspectiva desde la que analizar este fenómeno tecnológico de masas: la perspectiva ética. Este prisma alternativo lo que realmente nos revela, es que la visión práctica y existencialista que la mayoría de nosotros tenemos de nuestros nuevos mejores amigos, es un verdadero bluff *. Afortunadamente para la mayoría de las empresas propietarias del software privativo** utilizamos, esta visión crítica de sus herramientas tecnológicas goza de popularidad a la baja, una tendencia inversamente proporcional al aumento de la globalización. Y deberíamos preguntarnos, ¿por qué?

"La información es poder, y no es gratuita". Es el nuevo petróleo de las economías.

identidad es el conjunto de características e información personal que nos identifica como individuos y como colectivo en todos los aspectos: ideología política, orientación sexual, clase social, sentimiento religioso, educación, etc. privacidad es la cualidad de lo privado, que no es pública hasta que consintemos explícitamente en revelarla.

Desde un punto de vista tangible de la identidad, el valor de su privacidad es perceptible. Podríamos decir que, de forma bastante generalizada, no sentimos un deseo inquebrantable de parar a un desconocido en la calle para explicarle a quién nos hemos quedado a cenar, por quién tenemos previsto votar en las próximas elecciones, cuál es nuestro estado de salud actual, o para darle fotos de nuestros hijos o para darle todas las contraseñas de nuestras aplicaciones digitales. De hecho, las cortinas, persianas o persianas que tenemos en casa, han sido históricamente una forma de preservar la privacidad de lo que sucede dentro de nuestro hogar. Aunque no tenemos nada que ocultar, tenemos muy claras las tramas de nuestra intimidad que queremos mostrar y que no. Pero eso no sucede cuando la identidad se convierte en digital.

Lo que hace que nuestra identidad sea atractiva y valga la pena explorar es básicamente un sistema económico basado en una sociedad de consumo y sus órganos de poder hambrientos de control de la población. Para alimentarlo y mantenerlo, es muy útil saber qué pensamos, qué consumimos, dónde compramos, cuáles son nuestros hábitos y necesidades, con quién nos relacionamos y qué revela la identidad digital de estas otras personas. Y así, en un ejemplo de un manual de estructura piramidal, las grandes empresas tecnológicas utilizan sus servicios propietarios para uso global y gozan de mayor popularidad para recopilar datos personales de forma masiva, contrabandear con ellos y obtener ganancias económicas. No es casualidad que estas empresas cotizen en lo más alto de los mercados.

La privacidad, por lo tanto, no es solo un derecho fundamental, sino que al exponerla afecta directamente a la libertad individual y colectiva.

Si un producto es gratuito, tú eres el producto.

La perspectiva ética de la tecnología nos capacita para saber hacia dónde vamos y nos da la opción de aceptar no ir. "Es una cuestión ética, lo que está en juego es nuestra libertad", dice Stallman.

Para algunos el precio a pagar puede parecer muy alto, pero necesariamente debe haber la opción de poder elegir libremente y ejercer nuestra soberanía digital a pesar de las prisas de la fast technology *. "Vende esta libertad a cambio de algunas comodidades [...] y que alguien gane dinero a cambio de que nos controlen. La comodidad o la seguridad no pueden ser excusas irrefutables para aceptar un control ilimitado. Tenemos ejemplos recientes y muy obvios de lo que representa el autoritarismo tecnológico y cómo funciona, pero no hay necesidad de presentar un escenario apocalíptico para encontrar ejemplos de control digital masivo que viola el derecho a la privacidad de los individuos. Tarjetas de fidelización de supermercados, parquímetros con sistema de registro, redes sociales, inteligencia artificial y reconocimiento facial, Amazon, servicios de correo electrónico gratuitos, sistemas de intercambio de archivos, plataformas de pago, pasaporte covid, ... son todos ejemplos de herramientas para recopilar y transferir información con un objetivo: beneficio económico y control.**

"Cualquier programa que no sea gratuito es un instrumento de poder del propietario y lo somete al usuario". ¿Se puede vivir sin utilizar ningún servicio digital programado con software propietario? (Google, WhatsApp, Bizum, Dropbox, GooglePay, WeTransfer, Amazon, Gmail, Zoom, Skype, Facebook, Instagram, Wallapop, GoogleDrive, Microsoft, Apple, etc.) ¿Se puede evitar el monitoreo constante? ¿Esquivar la vigilancia injustificada? ¿Control de derivación? "Yo lo hago", dice Richard Stallman, aunque reconoce que cada vez es más difícil escapar de los sistemas de control digital, incluso para llevar a cabo trámites oficiales.

El actiivista considera que es más necesario que nunca generar un movimiento ciudadano que obligue a los gobiernos a legislar para evitar que las grandes empresas recopilen datos de los usuarios. Estamos totalmente de acuerdo, pero debemos tener en cuenta que los gobiernos, gobernados por sistemas económicos, se nutren de mentes dóciles instaladas en zonas de confort para ser fácilmente controladas. Y ahí es donde encontramos una respuesta a nuestro anterior "¿por qué?"

Por lo tanto, para crear un movimiento colectivo, necesariamente debe haber una conciencia ciudadana despertada por el valor de su información personal y la importancia de su privacidad. Es necesario un empoderamiento tecnológico colectivo que proporcione una visión crítica de la tecnología y nos permita conocer las consecuencias de un uso inadecuado, que nos dé la capacidad de decidir si aceptamos o no su tratamiento y saber que existen alternativas al software que son igualmente funcionales y que responden estos principios éticos.

El objetivo de este empoderamiento después de todo no es otro que proporcionar a los ciudadanos la información necesaria para la toma de decisiones de manera asertiva y soberana.

*bluff: montaje propagandístico para crear un prestigio que luego resulta ser falso.

**Software propietario: Es propiedad de una empresa y está fuera del control del usuario, que no puede estudiarlo ni modificarlo.

***fast technology:

bibliografia:

Publico